¡FELIZ DÍA DEL MAESTRO!
¡Feliz día del
maestro/profe!
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| Doodle de Google por el Día del Maestro |
Qué mejor día para publicar que hoy, el Día del
Maestro en España. Y qué mejor forma de levantarme que con mensajes de mamá, tía y amigas
felicitándome por dedicarme a lo que me dedico. ¡Mil gracias!
También gracias a Google por dibujarnos en un día
como hoy y gracias a los medios por darnos unos minutos de atención para
conseguir que muchas personas se paren a pensar en esta bonita-complicada-criticada profesión. Por lo que he podido leer, la mayoría de las noticias han hablado sobre revalorizar la profesión y han mostrado unas escalofriantes y tristes estadísticas que reflejan que cada vez hay menos hombres que quieren dedicarse a la enseñanza.
Por último, gracias al estupendo Carlos del Amor por compartir en su red social de Instagram esta bonita
historia. No me puedo ir a la cama con mejor sabor de boca:
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| Publicación del escritor Carlos del Amor |
Reconozco que este es el día de los verdaderos
maestros, de los de colegio, de los de primaria. Aquellos que te enseñaban día
a día no solo mates, cono o lengua si no valores y aspectos de la vida que han
hecho que todos nos convirtamos en lo que hoy en día somos (los odiáramos o adoráramos en ese momento).
Sin embargo, por otro lado también me siento
identificada porque, como ya he dicho más veces, esta profesión es tan flexible
que uno no puede ceñirse a explicar gramática o a hacer exámenes sin ton ni son.
Como bien describió Forges, es un oficio que engloba, como poco, todo esto:
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| Viñeta de Forges adaptada |
Pero tengo que confesar una cosa (o “asunto” como
digo a mis alumnos para evitar esta palabra), yo NUNCA quise ser profesor. Jamás de los jamases. En mi caso nunca se trató de una verdadera vocación. Qué va. Según esos tests disparatados que te hacían en el colegio, a mí me salía lo siguiente, por este orden:
1. Cuidadora de bonsáis
2. Actriz
3. Traductora
Estos resultados me dejaron traumatizada y como consecuencia en un profundo y oscuro abismo del cual me costó salir y decidir lo que quería estudiar. Al final, me decanté por la opción número 3 aunque siempre he querido tener un bonsái.
Recuerdo en millones de ocasiones una conversación que tuve con una compañera del colegio de camino a los exámenes de selectividad:
1. Cuidadora de bonsáis
2. Actriz
3. Traductora
Estos resultados me dejaron traumatizada y como consecuencia en un profundo y oscuro abismo del cual me costó salir y decidir lo que quería estudiar. Al final, me decanté por la opción número 3 aunque siempre he querido tener un bonsái.
Recuerdo en millones de ocasiones una conversación que tuve con una compañera del colegio de camino a los exámenes de selectividad:
Yo: ¿Ya sabes lo que quieres hacer cuándo
terminemos los exámenes?
Ella: Sí, creo que voy a intentar educación primaria.
Yo: ¿QUÉ! ¡Estás loca! Bueno, yo eso es lo único
que tengo claro. Cualquier cosa menos ser profesor. Ufff, ¡qué horror!
Desde luego, nunca digas nunca. Es algo que me
repito constantemente.
Lo tenía tan tan claro que cuando empecé mi
carrera en Traducción e Interpretación, no había cosa (o “ámbito” como digo a
mis alumnos) que más me gustara que las clases de lengua española. Lo tenía tan
claro que durante el Erasmus me ofrecí a ayudar a aquellos franceses que
estaban aprendiendo español. Lo tenía tan sumamente claro que cuando empecé a
trabajar en el mundo de la traducción, lo que más me apasionaba era que mis
compañeros extranjeros me preguntaran sobre expresiones, vocabulario o
tradiciones españolas. Por eso, decidí hacer el máster de ELE.
La verdad es que no sé si es algo que se lleva
dentro o no pero ahora sí tengo claro que a medida que pasa el tiempo estoy más enganchada a todo este mundillo. Entre otras cosas (o "motivos" como les digo), por lo variopintas que son las clases, lo distintos que son los
alumnos, las dudas que tienen y lo a gusto que me siento de camino a casa cuando han entendido algo.
Hoy ha sido uno de esos días en los que hablo más
de la hora, en los que me hacen una pregunta y sin querer les doy la respuesta
al ejercicio, en los que corrijo cien veces lo mismo, en los que me enfado
porque siguen confundiendo ser y estar, en los que tengo reuniones infinitas
con alumnos a los que les espanta la gramática, en los que explico que en España no decimos “te
amo” y que si lo dices eres un cursi y en los que me siento cansada pero muy satisfecha con mi trabajo.
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| Lo que me encontré un día en la pizarra. |
¡Muy buena semana a todos!




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