GRAVE INCIDENTE

¡Buenos días!

Parece que poco a poco se van calmando un poco las cosas por aquí. Ahora ya solo tengo que dar clases en seis edificios en vez de nueve, voy teniendo más o menos los mismos alumnos, me voy acordando de más nombres aunque sigo confundiéndome entre Nicola y Nicole o Alicia y Alice o veinte ejemplos más, y creo que en general estoy más adaptada.

Esta semana quería hablaros del incidente que tuvo lugar justo hace una semana y que me hizo reflexionar mucho sobre la función y la gran responsabilidad que tenemos los profesores.
Comenzaba la segunda semana de curso y decidí ir andando a la uni para llegar despejada y mentalizada, ya que por narices tenía que ser una semana mejor que la anterior.

Ese día tenía dos clases con Beginners (principiantes) y tenía que darme un poco de prisa en la segunda porque el viernes anterior solo habíamos tenido veinte minutos de clase en vez de cincuenta al habernos cambiado de aula en el último momento.

Estaba terminando de explicar las principales diferencias entre ser y estar y quedaban unos diez minutos para que terminara la hora. Estaba contenta porque me estaba cundiendo y parecía que lo estaban entendiendo.

De repente oí un ruido, un golpe seco, algo que había caído en la moqueta. Estaba tan convencida de que sería una mochila que cuando miré y vi a una alumna desplomada en el suelo, pensé que me iba a dar un infarto.

Me acerqué corriendo lo más rápido que pude y vi que le estaba dando un grave ataque de epilepsia. A partir de ahí recuerdo todo borroso como si estuviera en una nube. Sé que pasó todo muy rápido, que ella no dejaba de convulsionar, que tuve que llamar a un profesor de otra clase que no conocía, que los de seguridad llamaron al servicio de emergencias, que yo no dejaba de temblar, que me olvidé por completo del resto de mis alumnos hasta que me comentaron que se marchaban y que de repente dejó de convulsionar.

Cuando llegaron los médicos, dijeron que en diez minutos recuperaría la consciencia pero pasó una hora aproximadamente hasta que se acordó de su nombre, de dónde estábamos y qué había pasado.

Por lo visto, la semana anterior le había pasado lo mismo pero esta era la primera vez que le pasaba en clase, delante de todo el mundo. Dijo que no quería ir al hospital, como le recomendaban los médicos, porque había estado hacía poco, así que le acompañaron a casa hasta que llegó uno de sus compañeros de piso.

Creo que no hace falta decir que fue uno de los peores momentos de mi vida y que el hecho de no saber qué hacer en ese momento no ayudó nada en absoluto. Di varias quejas la semana pasada y he tenido algunas reuniones para conseguir que nos den una formación o al menos un número de contacto al que poder llamar si esto vuelve a pasar.

Desafortunadamente, tenemos muchos alumnos con discapacidades o enfermedades , muchas más de las que me hubiera imaginado, y me sigue pareciendo una vergüenza que esto no pudiera evitarse o al menos haberlo podido llevar con más calma.

Además, me ha hecho darme cuenta de lo responsables que somos, ya no solo del aprendizaje de estos alumnos sino de su propia salud y seguridad. Recuerdo que en ese momento solo pensaba que no debía salir de clase por si algo aún más grave pasaba. Pero, ¿cuál es el límite? La verdad es que fue muy difícil gestionarlo emocional y profesionalmente porque me sentí totalmente responsable de lo que pudiera pasarle.

Me da pena pensar que muchos creen que ser profesor, ya sea en un colegio, instituto, universidad, academia o cualquier otra institución, consiste en dar clase durante unas cuantas horas y largarte a casa. Me da pena lo infravalorada que está la profesión.
Me da pena que muy pocos ven que se trata de compartir conocimientos, transmitir ideas y hacerles pensar, en mi caso en un idioma que no es el suyo. Me da pena que no se perciba que nuestro lugar de trabajo no son cuatro paredes sino todo un mundo en el que se crea un ambiente cercano en el que los alumnos te hacen preguntas pero también te cuentan sobre sus vidas llena de momentos alegres y divertidos pero también de situaciones difíciles y personales.


Queridos profesores y queridos todos, os animo a que entre todos intentemos cambiar esta visión que tan poco nos ayuda y que tanto nos afecta.



Comentarios